miércoles, 20 de mayo de 2009

Aire.

¿Se puede respirar dentro del agua?

¿Se puede andar por las nubes?

¿Una caja de cartón puede ser un coche de bomberos?

¿Se sigue respirando cuando uno se hace mayor?

Sí. Sí. Sí. No.

Porque cuando la imaginación lo permite, el cuerpo puede tener escamas y aletas, las nubes se vuelven cercanas y consistentes, cualquier habitáculo puede ser lo que nos propongamos... Cuando uno crece la imaginación muere con los años.

La juventud le da alas al corazón, la juventud crea seres inimaginables, la juventud es la fuente de vida...

¿La juventud va de los 0 a los 18?

No...

Escucha este consejo de alguien que no usa reloj, porque bajo ningún concepto quiere volverse viejo.

sábado, 31 de enero de 2009

Magia.

Es curioso que cada tropiezo te fortalezca en vez de romperte. La mentalidad a mantener en esta vida tan complicada, en mi opinión, es aprovechar cada momento.
Salgo a gritar. Grito. Termino de gritar. Descargo la mayor parte de la tensión que se acumulaba en mis cervicales.
Mi silla hoy me mira extrañada, se me ha ocurrido rodar pradera abajo gritando de nuevo. Ella también parece divertida, creo que le gustaría poder rodar conmigo, lo que no sabe es que siempre está conmigo. Cada flor que se engancha en mi pelo al bajar me susurra un poema de Salinas en voz baja. Sus intensos perfumes consiguen arrancarme una sonrisa de las de Elvira Lindo; con todos los dientes. En caída libre medito, no logro desconectar, pero no me disgusta. ¿Por qué será que hoy en día lo plastificamos todo? Todo va enfundado, incluso el corazón lleva mil capas que lo cubren como una costra gorda e infranqueable que cuesta una barbaridad destrozar. A veces me gustaría susurrar en todos los oídos al mismo tiempo el poema de Salinas que suena desde los pétalos de las flores de mi pelo: "No me fío de la rosa de papel, tantas veces que la hice yo con mis manos. Ni me fío de la otra rosa verdadera, hija del sol y de sazón, la prometida del viento. De ti que nunca te hice, de ti que nunca te hicieron, de ti me fío, redondo seguro azar".
Creo que seguiré cayendo por lo menos hoy. No me importa, de hecho, me encanta. Me siento refrescantemente libre. Mi silla me mira con envidia... ¡Qué complicado es cargar a veces con el alma cuando esta alberga recuerdos dolorosos! Ahora rueda mi última lágrima. Esta sensación es mágica; todo en este mundo es magia.

Grito y rompo las barreras del sonido.

Frescor.

Inspiración brotando de mi apolillado asiento. Hoy las nubes han querido bajar a darme los buenos días. Mojadas, alegres, tiernas, azules, rosas, naranjas... Todas tan preciosas como los instantes que pueblan mi existencia.
Me siento bien por poder sentir. Mis sentimientos se sienten bien por ser sentidos. Vivo cada estado como una transición que me ayuda a descubrir nuevas sensaciones, sensaciones que yo devoro con avidez.
Es divertido sentarse entre nubes, ojalá todas las mañanas tuvieran tiempo de bajar. Sé que desde allí arriba me echan de menos. Bajan, se nutren de mi ánimo y me lo agradecen como chiquillas incultas que aprenden de mi alma a escribir.
Los días impares son la alegría de estar viva y los pares la alegría de vivir más aún.
Hoy soy feliz, en mi silla se está fresco, todo a mi alrededor es fresco. Mi cuerpo ama la novedad y la reinvención de lo clásico. Definitivamente soy feliz.
Gracias por inspirarme, aunque sea un poquito.

miércoles, 28 de enero de 2009

Amor.

Aquí en mi asiento siento que se crean pensamientos inciertos. Los días se suceden como una fila de ordenada de rutinas monótonas. De vez en cuando se cruza un ángel, mi ángel, que me hace sentir cosquillas lilas en la punta de los pies. El lila es el verdadero color de la esperanza, o eso me parece a mí.
Desde mi silla puedo sentir el amor, aprendo a conocerlo sin prisa, con mayor intensidad. Quizás el amor es sólo una amistad diferente, como piensa mucha gente. No. El amor es algo más profundo, me niego a creer que el culpable de esas cosquillas lilas sea algo tan fácil de definir; me niego en rotundo.
Desconozco la definición del amor, pero no por ello me siento una persona inferior al resto, creo que es bueno reconocer que hay cosas que escapan a la magnitud de las mentes más simples y de las más complejas, cosas que no están al alcance de ser definidas, o bien por su exquisita construcción, o bien por tener tantos matices que las convierten en auténticas visiones caleidoscópicas multiplicadas por mil.
En el cojín donde me encuentro sentada no están escritos los componentes del amor, no son cemento, hormigón y arena. En el cojín donde me encuentro sentada están plasmadas las cosquillas lilas de mi amor.

Expresión.

Comprendo la necesidad de expresar las sensaciones que recorren mi alma. Mi cuerpo comprende el recorrido que el alma debe hacer para lograr expresarse. Mi mirada descubre cómo hacer para mostrar lo que los demás quieren que muestre.
Sigo sentada en la misma silla con dibujos excéntricos y ensortijados de hace diez años, y te informo de que no pienso moverme de ella. Es mi silla, mi compañera, la que me ha guarecido de la oscuridad de los desengaños a lo largo del tiempo. No me gustaría cambiar ni un ápice de su estructura, su diseño o su decoración. Desde su a veces incómodo asiento he visto pasar miles de oportunidades y millones de personas persiguiéndolas. Quizás la tranquilidad de mi asiento siempre me ha hecho darme cuenta de que esas oportunidades que ahora vuelan alegres en el agitado viento de mis recuerdos no eran para mí.
Sigo sentada en la misma silla esperando mi oportunidad. Sigo siendo inexpresiva. Mi mirada sólo muestra lo que los demás quieren que muestre.